Santiago García-Jalón: “No deberíamos estar cerrados en nuestros propios intereses, sino palpar la vida”
Lleva apenas un mes y medio como Rector de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) y su paso y semblante siguen serenos. Nada de los cambios que se han sucedido en estas últimas semanas asustan a Santiago García-Jalón, que se siente respaldado ante el reto y con fuerza para mantener la ilusión y la perspectiva de las cosas verdaderamente importantes. Como él indica, tranquilidad y paciencia son los dos ingredientes para que la orquesta funcione y reconoce, como un valor añadido, la altísima implicación con la institución de todos los que forman parte de la comunidad universitaria. Su hoja de ruta pasa por mejorar las condiciones del personal y trabajar en equipo con el profesorado para optimizar la investigación y calidad de la docencia, todo ello bajo un equilibrio que evite convertir al ámbito académico en una burbuja aislada de la realidad que le rodea. Seguidor de la música de Amy Winehouse, Chopin y Beethoven, su vida gira en torno a la Eucaristía y a su colaboración con la Casa Materno-Infantil 'Ave María', donde se acerca a diario a “palpar la vida”. Detesta la traición y le gustaría que los estudiantes valorasen la suerte que tienen de poder venir a nuestras aulas y trabajar en un futuro al servicio de las personas.
Pregunta (P): Lleva poco más de unas semanas como Rector de la Universidad Pontificia de Salamanca, ¿Cómo afronta el reto que supone el nombramiento?
Respuesta (R): Con tranquilidad porque estoy rodeado de un equipo de gente que me ayuda, que me asesora y me guía. La verdad es que lo afronto con serenidad.
(P): ¿Cuál es el diagnóstico de la Universidad del que parte usted para su gobierno?, ¿Qué es lo que más le preocupa de la institución en estos momentos?
(R): El diagnóstico es que tenemos que mejorar y ser más competitivos, por una parte, en investigación y, por otra, en calidad de la docencia. Lo que me preocupa es dar a los profesores las condiciones necesarias para esa mejora.
(P): ¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos para la Universidad?, ¿En qué puntos desea avanzar en estos primeros meses de mandato?
(R): Estamos haciendo planes para ver cuál debe ser el sistema de retribución del profesorado y del Personal de Administración y Servicios y, a partir de ahí, actualizarlo, y mejorarlo. También estamos desarrollando planes para gestionar mejor la investigación: tanto para que la información de la que ya disponemos llegue mejor a los profesores, como para que nos asesoren acerca de cómo conseguir más fácilmente el objetivo de desarrollar más proyectos de investigación.
(P): Los estudiantes son nuestra razón de ser, ¿Qué aspectos considera que hay que cuidar y trabajar para que su formación sea excelente?
(R): Me gustaría que los estudiantes se den cuenta de que están destinados a trabajar al servicio de seres humanos, al servicio de personas y que tienen que hacer una contribución a la sociedad. Me gustaría que no vean simplemente su futuro como el modo de resolverse la vida cada uno a sí mismo.
(P): Aunque no sea algo público, muchos sabemos su compromiso, fuera de la Universidad, con tareas de voluntariado y apoyo a los más vulnerables, ¿Qué supone para usted colaborar con este tipo de entidades?
(R): Es lo que más ilusión me hace y lo que más alegría me da cada día. Cuando voy todas las tardes al Centro Materno-Infantil Ave María, con el que colaboro, me permite por una parte descansar y, por otra, palpar la vida. Hace algún tiempo le dije a un grupo de estudiantes que la Universidad era élite y se sublevaron diciendo que “no, que todo el mundo iba a la Universidad”. Deberían ir a esta Casa para darse cuenta de que no es así. De que hay muchísima gente que a lo que aspira es a algo que nosotros jamás aceptaríamos.
(P): Y, en esta misma línea, ¿Qué necesita la sociedad en general y la Universidad, desde un punto de vista más particular, para ser más sensibles con los que sufren?, ¿Qué papel puede desempeñar la Universidad Pontificia para humanizar el entorno que nos rodea?
(R): Se necesita conocer más y mejor la realidad. No estar cerrados cada uno de nosotros en nuestros propios intereses y nuestros propios egoísmos, sino palpar la vida para darnos cuenta de cómo son las cosas y de los esfuerzos que hace la gente a veces, insisto, para conseguir cosas que, a nosotros, si nos las propusieran, las rechazaríamos como inadmisibles.
La Universidad tiene siempre el peligro de convertirse en un núcleo cerrado en el que uno se dedica a sus investigaciones considerándolas de gran interés -y lo son-, pero es necesario trascender un poco más.
(P): Usted ha sido hasta hace unos días decano de la Facultad de Filosofía, donde precisamente, el Grado en Filosofía online que allí se imparte ha aumentado considerablemente el número de alumnos. ¿Hacia dónde cree que se enfocan las nuevas tendencias en la formación universitaria?, ¿Está adaptada la Universidad para un giro hacia la docencia online?
(R): La Universidad, como su propio nombre indica, es un conjunto de cosas diversas y lo que hace falta es saber acertar para orientar cada una de esas actividades del modo adecuado. El Grado en Filosofía ha encontrado su camino, pero quizá ese camino no sirva para otras titulaciones.
Respecto a la adaptación a la formación online, creo que sí que estamos adaptados. Sin duda alguna, ese mundo de la docencia es un mundo cambiante a una velocidad de vértigo. Sobre si estamos preparados o no, en estos momentos con las exigencias de ahora, sí lo estamos, pero puede ser que dentro de seis meses las exigencias sean completamente distintas y tendremos que adaptarnos. Eso nos exige a todos una flexibilidad enorme.
(P): En su discurso de Toma de Posesión, usted apela a la función identitaria de las universidades católicas como marca de distinción frente a otras instituciones académicas. ¿En qué acciones pretende concretar y remarcar dicha función identitaria?
(R): En hacer saber a los profesores de cada área qué representa para ellos en concreto la identidad. Hay unos denominadores comunes, como conocer los fundamentos de la fe cristiana, pero también hay una documentación abundante sobre cómo enfocar y fomentar, por ejemplo, la actividad física, desde una perspectiva cristiana. No digamos nada de todo lo que se refiere a Enfermería, etc. Es importante hacer saber a los profesores de esas áreas que esto es, en concreto, lo que la Iglesia espera de vosotros.
(P): Lleva más de 30 años en esta ‘casa’ y conoce bien su funcionamiento y sus estructuras. ¿Cuáles son, bajo su punto de vista, los puntos fuertes de la institución?, ¿Cuál es el potencial del que puede presumir la Universidad Pontificia de Salamanca frente a otras instituciones académicas?
(R): No sé si frente a otras instituciones, lo que sí sé es que la Pontificia es como una droga: una vez que uno la ha consumido ya no se puede deshabituar y está permanentemente viviendo la Universidad. Unas veces con alegría y otras con desesperación, pero creo que el compromiso de las personas que trabajamos en la Universidad y con la Universidad es altísimo; a veces incluso yo creo que excesivo, que convendría separarse un poco. Este aspecto es una cuestión fundamental y se puede aprovechar muy bien, es decir, ninguno de nosotros se va a casa y ‘apaga’, sino que vuelve a darle vueltas a temas pensando que “esto está mal, esto se podría hacer de otro modo, etc.”. En definitiva, una droga.
(P): Por último, ¿Qué es lo primero que hace un Rector cuando recibe la llamada con el encargo de ser el máximo representante de la Universidad?, ¿Qué ha supuesto a nivel personal este reto y, si tuviera oportunidad, qué consejo le daría al Santiago García-Jalón de hace 32 años cuando llegó por primera vez a Salamanca?
(R): Lo primero que hice fue seguir con las cosas que tenía ya programadas para ese día. La primera vez que me senté en el despacho del Rectorado pensé “Y un Rector, ¿a qué se dedica?, ¿qué es lo que hace un Rector?”. Posteriormente ya me fueron diciendo y dando pautas, pero en un primer momento no sabía qué hacer.
El consejo que le daría al Santiago García-Jalón de hace 32 años es que siga manteniendo la ilusión. Cuando uno llega a la Universidad, llega con una cierta ingenuidad y creo que hace falta tener paciencia porque, a veces, la ingenuidad le lleva a uno a querer exigir resultados de forma inmediata. Bueno, tranquilidad y paciencia porque las cosas van saliendo. No me refiero a personalizarlo y decir que las cosas han salido bien porque llegué como profesor invitado y ahora soy Rector, sino a que la Universidad en estos 32 años ha mejorado muchísimo frente a lo que yo conocí cuando llegué o a lo que conocía cuando yo era estudiante. La Universidad Pontificia de Salamanca ha avanzado muchísimo, quizá no tanto ni tan rápido como uno habría deseado, pero objetivamente ha mejorado mucho.