María Teresa Anguera: "Siempre he tenido un vínculo muy hondo y sentido con la Universidad Pontificia de Salamanca”

Abruma leer su 'currículum vitae', conocer su trayectoria protagonizada por más de medio siglo de docencia y compartir su perenne entusiasmo y alegría. Nuestra recién investida doctora 'honoris causa' por la Facultad de Psicología, María Teresa Anguera, muestra su satisfacción con este reconocimiento y recuerda sus inicios en la Universidad Pontificia de Salamanca cuando impartía cursos intensivos para ayudar a los investigadores. Aquellas sesiones, se suman a multitud de actividades formativas en universidades españolas, europeas y americanas en las que ha sembrado su talento, su optimismo y su buen hacer. Su ‘vida normal’, como ella la define, nos sirve como ejemplo de humildad, constancia, responsabilidad y entrega en unos momentos donde las referencias académicas para las nuevas generaciones se convierten en esenciales.

Pregunta (P): Su relación con la UPSA se remonta a 1989, año en el que impartió un seminario de Doctorado titulado Metodología de la observación aplicada a la conducta interactiva. Desde entonces, ha estado siempre ligada a esta Universidad. ¿Qué sintió cuando le comunicaron que sería investida Honoris Causa? 

Respuesta (R): Una inmensa emoción. No recuerdo si se me saltaron las lágrimas -creo que sí-, porque he venido muchísimas veces aquí a impartir cursos muy intensivos en los que no se podía perder ni un instante. Todo ello me creó un vínculo muy hondo, muy sentido y me siento muy implicada con la Universidad Pontificia de Salamanca. 

 

Nombrarme Doctora honoris causa, que es lo más auto (…), me ha dado una enorme alegría, de verdad.  

 

(P): Ha sido docente, gestora y, principalmente, investigadora con siete sexenios. ¿Qué es lo que más le entusiasma de la labor investigadora?

(R): Dos cosas. La primera, es la más pequeña y humilde; se trata de la formación de investigadores a través del doctorado. Para mí, el doctorado ha sido como la ‘niña de mis ojos’ de mi vida académica porque formar investigadores supone asentar las primeras piezas de lo que va a ser un investigador en el futuro y tienen que aprender a manejarse. Para ello, deben saber aplicar una metodología y, al ser mi especialidad, siempre me ha resultado muy satisfactorio. 

 

Precisamente, y por este motivo, toda mi vida me he dedicado a ello: he dirigido, codirigido y ayudado en muchas tesis de numerosos compañeros de distintas universidades, tareas que siempre me han gustado muchísimo. 

 

En segundo lugar, me satisface conseguir proyectos competitivos y publicar de manera derivada. He intentado que muchos de los doctorandos, que incluso formé, se hayan incorporado al grupo de investigación y hayamos llevado a cabo muchas publicaciones conjuntas. 

 

He sido una persona que ha publicado pocas veces sola; he tratado siempre de hacerlo en equipo con personas de muy diferentes áreas en las que yo llevaba la parte metodológica y procedimental, y donde el codirector era el encargado del ámbito sustantivo correspondiente. 

 

Esto me ha obligado a sumergirme en ámbitos que pueden parecer muy distintos -Psicología Clínica, Mediación de Conflictos, Deporte, etc.-, pero que me obligaban a inmiscuirme más, a tener que documentarme a fondo y a saber más de cada ámbito, porque esto no se puede clonar -se ha de adoptar en cada caso-, lo cual requiere mucho tiempo, pero a mí me fascinaba. Me llenaba de una satisfacción impresionante. 

 

(P): Es principalmente metodóloga. ¿Lleva esta profesión a sus facetas más personales? 

(R): Seguro que algo tiene que ver -aunque de entrada parezca que no- porque el dedicarme profesionalmente y académicamente a la Metodología posiblemente me obligue a ser organizada, sistemática y meticulosa en las fases que requiere realizar cualquier cosa (…). Pienso que sí y que todo ello ayuda. 

 

Cualquier cosa en la vida hay que planificarla, así que lo primero que hago es ver qué corresponde hacer. Después, ver el cronograma y valorar qué hay que hacer para pasar a la fase siguiente. En buena medida, es como un ahormado de la mente que sirve para cualquier cosa.

 

(P): Este reconocimiento se suma a otros muchos que ya posee. ¿Le gustaría tener algún reconocimiento que aún no ha obtenido?

(R): Nunca he aspirado a ningún tipo de honor, ni de ambición. Los dos doctorados honoris causa anteriores (Universidad La Laguna de Tenerife, en abril de 2022, y de Las Palmas de Gran Canaria, en marzo de 2024); el de aquí, de la Universidad Pontificia de Salamanca, y el del 13 de noviembre, que será el de la Universidad de Lérida, son reconocimientos que han sido sorpresa. 

 

Los cuatro títulos, y este en concreto, me han dado una alegría enorme. Sobre si aspiro a más, no, nunca he esperado ningún premio.

 

Me considero una persona humilde y muy agradecida porque me he sentido muy feliz en la vida. He tenido momentos duros, muy duros, sobre todo como directora de Departamento, en los comienzos en que todo eran dificultades; y como vicerrectora -Política Científica, Política Docente y Científica y Relaciones Internacionales e Institucionales-, donde hubo momentos también muy complejos.

 

Creo que Dios me ha ayudado muchísimo y mi marido, que me quiere con locura, me ha apoyado en lo que él podía porque es catedrático en el ámbito de Ciencias. Él me entendía en lo académico y universitario, aunque en cuestiones distintas porque no es lo mismo explicar Estadística Matemática a los matemáticos o los geólogos que a lo que yo me dedicaba. 

 

Con este tipo de vida que he llevado me siento muy feliz, aunque haya tenido momentos complicados. No aspiro a más, solo puedo dar muchísimas gracias porque pienso que no me merezco para nada todo esto y, por lo tanto, me siento sobradísimamente compensada.