Lía Castillo Suárez: “Mi generación, al ser nativos digitales, subestima los desafíos que conlleva la verdadera transformación digital"

Su 'Currículum Vitae' es tan amplio, que abruma y, a pesar de su juventud, genera mucha confianza en los avances de las nuevas generaciones. Lía Castillo Suárez, 'alumni' del doble grado en Informática y Administración y Dirección de Empresa Tecnológica (ADET) de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), ha abierto la caja de pandora con sus estudios: su formación e inquietud le están permitiendo disfrutar de becas internacionales y participar en proyectos que suponen un importante avance social y tecnológico. No puede vivir sin su móvil ni su televisor y afirma que “estamos tan cómodos con la tecnología que la damos por sentada”. Eso sí, aunque esté rodeada de datos, cifras y softwares digitales, Castilllo lo que más valora es el humor y la bondad de las personas.

Pregunta (P): Actualmente, disfruta de una Beca AVENIR de excelencia de la Embajada de Francia y de la Asociación Diálogo en el EDHEC Business School para cursar un Máster en Análisis de Datos e Inteligencia Artificial (IA) en Lille. ¿Por qué se ha decantado por especializarse en este tema?, ¿hacia dónde cree que se enfocan las nuevas tendencias en IA?

 

Respuesta (R): Quería un campo en el que pudiese utilizar lo que había aprendido, tanto en Informática como en ADET. El análisis de datos y la inteligencia artificial permiten poner en práctica mis conocimientos, tanto tecnológicos como de negocios. Además, ya había trabajado con datos en unas prácticas y me gusta la parte de investigación que conlleva. 

 

En cuanto a la inteligencia artificial, el atractivo está claro: llevamos años oyendo que prácticamente va a dominar el mundo y, aunque no sé si va a ser así, cada vez se utiliza más y se está convirtiendo en algo cotidiano para mucha gente. 

 

(P): Mientras cursaba el Doble Grado, usted obtuvo la Beca SUSI (Study of the US Institutes) financiada por el Departamento de Estado de Estados Unidos y gestionada por la Comisión Fulbright. ¿En qué consistió exactamente el proyecto?

 

(R): El Programa consiste en una estancia de unas 4-5 semanas en Estados Unidos. Cuando lo cursé, había tres institutos con temáticas diferentes y solo una persona de cada país podía ir a cada uno para asegurar un ambiente intercultural. En mi caso, fui seleccionada para el de Emprendimiento Social y Desarrollo Económico, que se impartía en la Universidad de Tennessee en Chattanooga. 

 

Durante este tiempo, tuve clases sobre emprendimiento, diversidad o liderazgo. También, pude desarrollar un plan para un proyecto CAPSTONE de emprendimiento social, en el que diseñamos una versión online del típico mercado de plaza de fines de semana. El trabajo consistía en crear nuevas formas de acercar productos artesanos y de proximidad a un público fuertemente digitalizado y abrir nuevas líneas de negocio para nuestros agricultores, ganaderos y artesanos locales, que son actores muy importantes de la sociedad, sobre todo en comunidades autónomas más rurales como la nuestra.

 

Además, una parte del Programa fueron las visitas a empresas y organizaciones de la ciudad, donde conocimos a personas y autoridades muy inspiradoras. Chattanooga es una ciudad que ha tenido una transformación increíble: ha pasado de ser la ciudad más sucia de Estados Unidos a convertirse en una de las más verdes y ser un punto de encuentro, en poco tiempo, de startups y de nómadas digitales. 

 

Otra parte de esta etapa fue el Voluntariado. Dedicamos varias horas a ayudar en distintas asociaciones como un banco de alimentos y un comedor social. Esta última fue una experiencia muy dura porque la situación de pobreza en Estados Unidos es muy diferente, especialmente si estás acostumbrado a ciudades pequeñas. La cantidad de personas sin hogar, gente que tiene varios empleos, la crisis de salud mental que afecta particularmente a estos colectivos… Es algo que impacta mucho, pero que, sin duda, te abre los ojos a una realidad que padece más gente de lo que creemos. El voluntariado es algo que recomiendo encarecidamente porque te hace ser mejor persona y te ayuda a adquirir valores y capacidades útiles en cualquier contexto, incluido el profesional. 

 

(P): En estos momentos, está preparando su tesis de máster, en colaboración con Capgemini, sobre análisis de consultoría para startups. ¿Cuáles son los aspectos que más les cuesta desarrollar a las nuevas empresas?, ¿cree que los jóvenes están suficientemente formados en cuestiones de emprendimiento y transformación digital?

 

(R): La startup con la que colaboro ofrece un software para llevar a cabo análisis de ciclo de vida de productos electrónicos. Concretamente, estamos desarrollando una estrategia de precios, tarea complicada para nuevas empresas porque no tienen datos propios sobre los que basarse y, si quieres utilizar datos de los competidores, ciertos sectores están blindados. En este sentido, en empresas tecnológicas puede darse el caso de que el producto o servicio que ofrezcan sea tan innovador que no pueda identificarse con ningún competidor y esta innovación también implica un entorno muy cambiante. Además, una de las partes fundamentales para establecer un precio es definir el coste, cosa que para todas las empresas es muy complicado de contabilizar porque hay costes ocultos que a veces ni nos imaginamos. 

 

En cuanto a la formación de los jóvenes, los cursos o talleres de emprendimiento, se centran en encontrar una idea y, aunque normalmente se desarrolla en un plan de empresa, se debería ir un paso más allá. Por supuesto, es importantísimo saber hacer un buen plan de empresa y una investigación de mercado, pero hay otras cosas prácticas determinantes que se quedan olvidadas como preparar un elevator pitch, papeleo administrativo, cómo darse de alta como autónomo, cómo pedir un crédito a un banco, cómo conseguir otras fuentes de financiación o cómo negociar un alquiler de un local si se necesita, etc. Es decir, no solo información sobre el plan sino ayuda con la acción, donde los alumnos puedan perder el miedo a saltar a la piscina del emprendimiento porque se sienten seguros de conocer el proceso a seguir. 

 

Sobre la transformación digital, mi generación es nativa tecnológica, nos hemos criado con internet. Esto es un arma de doble filo porque estamos tan cómodos con la tecnología y tiene un rol tan central en nuestras vidas que la damos por sentada. Esto hace que, por un lado, tengamos una ventaja al adaptarnos rápidamente a nuevas herramientas y plataformas digitales y, por otro, el inconveniente en subestimar la complejidad y los desafíos que conlleva la verdadera transformación digital en los negocios y la sociedad. En definitiva, creo que tenemos cosas que aprender pero que tenemos una muy buena base y predisposición para hacerlo.

 

(P): ¿Qué aspectos recuerda con más cariño de su paso por nuestras aulas? ¿En qué detalles de su formación le ha marcado la UPSA?

 

(R): La Ponti es una Universidad muy familiar, conoces a todo el mundo y todo el mundo te conoce a ti, los profesores se preocupan mucho por los alumnos y es una comunidad muy estrecha. Ahora estoy en una universidad más grande y, aunque me gusta mucho y estoy muy contenta; echo de menos esa sensación de cercanía. 

 

Desde un punto de vista más académico, el modelo que sigue la Ponti de 50 % teoría y 50 % práctica es muy útil. He usado muchas cosas que hemos aprendido en clase, muchísimas más de las que pensaba y siempre que lo hago me acuerdo de los profesores y las veces que nos lo repetían, especialmente de Ana Fermoso, que siempre hace mucho hincapié en que entendamos todo.

 

(P): ¿Qué consejo daría a aquellos alumnos que están pensando en estudiar Ingeniería Informática o Administración y Dirección de Empresas Tecnológicas (ADET) en la Universidad Pontificia de Salamanca?

 

(R): En primer lugar, que consideren hacer el doble grado porque merece la pena. Es solo un año más, aprendes el doble y se te abre el doble de puertas. Y, en segundo lugar, que no tengan miedo si no tienen una formación muy tecnológica: todo es proponérselo y trabajar.

 

También es importante que aprovechen todas las actividades que ofrece la universidad: los hackatones, los talleres, las charlas, los cursos de inglés, etc. En definitiva, que se apunten a todo porque les va a servir para buscar prácticas o un primer trabajo y son una muy buena forma de hacerte una idea de qué camino profesional quieren seguir. 

 

Por último, les diría que no descuiden las notas: se dice mucho que un 5 son seis créditos, pero si en el futuro quieren hacer un máster o contar con alguna beca, lo que va a marcar la diferencia es el número que tengan en la casilla de la nota media. En la Pontificia, los profesores se esfuerzan mucho en que entiendas y aprendas así que, si pones de tu parte, es fácil adquirir los conocimientos que necesitas, aspecto que luego se ve reflejado en tu expediente.

 

 

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