Francisco José Udaondo: “El Coro Tomás Luis de Victoria está tejido de emociones que nos acompañarán siempre”

Todas aquellas personas que tienen la oportunidad de hablar con Francisco J. Udaondo le habrán escuchado decir -y presumir- que el Coro de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) Tomás Luis de Victoria se caracteriza por su “calidad y calidez”. Y no le falta razón. El 50 aniversario que se conmemora este año bien podría resumirse en esas dos palabras, además de toda una mochila llena de vivencias, viajes y sentido de pertenencia que ha llevado el nombre de la Universidad a cada rincón del mundo. Natural de Camponayara, en el Bierzo (León), Udaondo compagina la música y el arte con su afición menos conocida de maquetar belenes. Su estilo de dirección al frente de la coral está inspirado por la coherencia, la exigencia y la honestidad, valores recibidos en el seno de su familia, y muy alejado del alarde de mediocridad que confiesa detestar en las personas. Si le preguntamos por el futuro, tiene claro su deseo: que la música dignifique la vida y la belleza y que las próximas generaciones sigan haciendo camino al cantar.

Pregunta (P):Este año se cumple el 50 aniversario del Coro Tomás Luis de Victoria, ¿qué vivencias son las que más destacaría de estas cinco décadas?

Respuesta (R): Es imposible resumir en unas líneas la trayectoria de una institución que cumple medio siglo y que ha sido forjada por más de 900 personas, integrantes del Coro de la Universidad Pontificia de Salamanca. Conozco en primera persona la historia de nuestra agrupación desde 1987, momento en que me incorporé como estudiante a la ya desgraciadamente extinta Facultad de Filología Bíblica Trilingüe y, como integrante del Coro, en la cuerda de bajos. 

 

En ese momento, el Coro acababa de estrenar el Requiem de Mozart, quizá la obra más emblemática e intergeneracional de cuantas hemos interpretado. Ha habido grandes hitos en estos 50 años: los más de 30 viajes europeos; las dos giras norteamericanas con concierto en el Senado de EE. UU. incluido; el viaje a Argentina; los tres a Japón, donde fuimos recibidos por los Emperadores en su palacio; las audiencias con los Papas San Juan Pablo II y Francisco; los premios en afamados certámenes corales; las grabaciones de discos; una canción emocionada en el campo de concentración de Auschwitz, en torno a la tumba del maestro Bach o en el Auditorio Nacional… Todos ellos son grandes jalones que hacen relumbrar nuestra trayectoria.

 

Pero nosotros somos mucho más que eso. Nuestra historia está trenzada de experiencias diarias, de ensayos, de conciertos, de risas, de enfados del director, de convivencias de fin de semana, de nervios antes de una gran actuación, de entonar espontáneamente una canción en una plaza, en una calle, de un abrazo después de una actuación, de los viajes en autobús… En definitiva, nuestro Coro está tejido de emociones que nos acompañarán siempre. Todos los que formamos o hemos formado parte de este grupo en estas cinco décadas nos sentimos miembros de una gran familia. Lo hemos vivido en los ensayos de febrero y marzo: 350 componentes, muchos de ellos desconocidos entre sí, vibrando y cantando juntos con la misma ilusión. Nuestra historia es de afectos y amistades que perduran toda la vida y que se sienten vinculadas a un hecho tan sencillo y hermoso como es cantar.

 

Nunca me cansaré de insistir en todo lo que aportan los coros a las vidas de tantas personas, y, por ende, a la sociedad. Y, muchas veces, no sabemos valorarlo.

 

(P): ¿Cuáles han sido los cambios más significativos en el estilo, repertorio y actividades desde la creación de la coral? 

(R): Una de las ventajas de hacer música es que las buenas obras nunca pasan de moda, siempre pueden actualizarse y reinterpretarse. Hemos abordado un variadísimo repertorio, de diferentes estilos, épocas y autores, que va desde obras medievales y de polifonía del Renacimiento hasta piezas de las últimas tendencias del siglo XXI: polifonía sacra y profana a capella, obras del folclore, canción popular, música étnica, grandes obras con acompañamiento orquestal de Bach, Vivaldi, Mozart, Schubert, Fauré, Orff, Halffter, entre otros.

 

(P): ¿Qué obra le faltaría -y le gustaría- interpretar y dónde?

(R): ¡Qué difícil elegir una sola obra! ¡Hay tan buena música! Creo que un gran reto sería la Pasión según San Juan de Bach.

 

A colación del lugar, hay un momento del Coro que me gustaría recordar: en el año 2002 viajamos a Rusia. Fuimos a cantar a un pequeño pueblo llamado Gatchina, cerca de San Petersburgo, en las ruinas de una antigua iglesia que había sido destruida en el período soviético. Era un basurero. Allí comenzamos a cantar. La gente se asomaba a las ventanas en silencio y con curiosidad. En medio de aquella podredumbre… Había música emocionada que, al cantar, convirtió aquel vertedero en un auditorio. Lo que había sido una iglesia en su día, volvió a recobrar su dignidad y belleza. Eso solo es posible con la música.

 

(P): Como director, ¿qué significa para usted liderar la agrupación de la Universidad? ¿Cuál es la clave para motivar a los estudiantes en un proyecto musical como este?

(R): Dirigir un coro como el de nuestra Universidad supone un honor y, a la vez, una responsabilidad. Es un privilegio, porque formar parte de una institución como la UPSA ofrece una cobertura y un prestigio que facilita transitar muchos caminos. Cuando viajamos al extranjero, por ejemplo, presentarnos como el coro de la Universidad Pontificia nos abre muchas puertas.  Es también una responsabilidad, ya que, como director, debo contribuir a acrecentar una trayectoria de medio siglo con un prestigio reconocido, además de mostrar, en buena medida, la imagen y el buen hacer de la Universidad.

 

Un coro universitario es, en esencia, cambiante. Cada curso, para quebradero de cabeza del director, es una incógnita: no sabemos qué número de componentes y cómo se distribuirán en las diferentes voces el septiembre siguiente. En realidad, este enigma se convierte en un aliciente que te mantiene despierto, con rápida capacidad de reacción musical y dispuesto siempre a improvisar. Renovarse o morir. 

 

Una de las claves fundamentales es la motivación: marcar retos exigentes, ofrecer actividades ilusionantes creadas en grupo. Porque en el Coro se trabaja, y duro: cuatro horas de ensayo semanales, a pie firme, e incontables sesiones de técnica vocal y preparación de piezas en fines de semana y en ensayos extraordinarios. Una mezcla, bien condimentada, de mano de hierro en guante de seda.

 

(P): ¿Cuáles son los planes de futuro más inmediatos del Coro Tomás Luis de Victoria? ¿Cómo imagina al grupo dentro de 50 años?

(R): En este momento nos encontramos inmersos en la preparación del Requiem de Mozart del 29 de abril y los conciertos del día 30. También queremos ofrecer una interpretación del Requiem más ‘familiar’ para toda la comunidad universitaria de la UPSA a final de curso.

 

En el mes de agosto vamos a hacer una gira de conciertos por Italia: actuaremos en Milán, en Pianengo, en la iglesia de Santa María Novella de Florencia y en la Catedral de Lucca.

 

El próximo curso, nos estrenaremos con un concierto de polifonía del Renacimiento, y después nuestro tradicional concierto de Navidad.

 

Me gusta pensar que cuando este Coro cumpla un siglo de historia, seguirá siendo un lugar de encuentro, de amistad compartida en torno a la buena música. Eso será el fruto de la entrega y el trabajo ilusionado de cientos de personas que habremos dejado un legado ininterrumpido para las próximas generaciones. Se hace camino al cantar. Me alegraría que, entonces, el lema del coro siguiera siendo: calidad y calidez. 

 

(P): ¿Qué le diría a un estudiante que está dudando si formar parte del Coro de la UPSA? ¿Qué requisitos son necesarios para formar parte del grupo?

(R): Que no desperdicie la ocasión de encontrar un grupo en el que desarrollarse como persona, con amigos de su edad, disfrutando de la música y de un ambiente sano y muy divertido. Y que no se asuste con las audiciones: tan sólo hace falta tener buen oído, ganas de cantar y comprometerse con la asistencia.

 

El grupo le va a ofrecer los mejores recuerdos de su vida universitaria. Y no hablo en teoría, lo he vivido y lo confirmo cada día. Hay cientos de personas que le dirán lo mismo; parafraseando al poeta: quien lo probó, lo sabe.