Javier Prieto: “Es muy necesario que existan cristianos con formación para entender la Escritura y hablar de Dios a los hombres”
Descubrir a diario que la fe y la vida son un mismo camino lleno de oportunidades es el objetivo de Javier Prieto Prieto (Zamora, 1986). Licenciado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas (ADE), dio el salto a los estudios teológicos en el año 2016 en nuestra Universidad, donde actualmente continúa con la Licenciatura en Teología Dogmática. Aquí, Prieto ha encontrado una formación profunda y abierta, que ayuda a pensar y buscar razones de nuestra fe. Su juventud no le quita ni un ápice de convicción con su formación mostrando, al mismo tiempo, un fuerte compromiso personal con el futuro para trasladar, de manera sencilla, el mensaje de Dios a los hombres.
Pregunta (P): Está especializado en el amor y la afectividad y su vínculo con Dios, ¿cree que en la sociedad actual se están valorados estos tres pilares?
Respuesta (R): El valor es difícil medirlo, pero desde luego es una cuestión ante la que nadie es indiferente. A la hora de escoger el tema para mi tesina, uno de los motivos principales era buscar un argumento desde el que se pudiese hablar de Dios a aquellos que no creen o que son indiferentes.
El amor, los afectos, los sentimientos fundamentales siguen siendo hoy el motor de nuestras vidas. Con dificultades o maneras diferentes de entenderlo, el amor sigue moviendo el mundo. ¿Y Dios?, aunque parezca que ha desaparecido de la vida de muchas personas, sigue existiendo la inquietud y sed de sentido, la gente necesita a Alguien que le sostenga. Por eso, mi especialización busca partir de la experiencia del amor, de aquello que mueve nuestro corazón para, desde ahí, poder hablar de Dios en un lenguaje accesible y profundo.
(P): ¿A qué achaca la pérdida de valores y la falta de vocaciones?, ¿cómo cree que se podría mejorar esta situación?
(R): Ojalá tuviera la solución mágica a esta pregunta que lleva preocupando a la Iglesia muchos años. En cuanto a los valores, socialmente todos nos hemos acostumbrado a una cierta frivolidad, pero cuando llegan las cuestiones de verdad todos queremos gente leal, sincera, entregada, esperanzada… En definitiva, que tengan los buenos valores que siempre ha promovido el humanismo cristiano.
Por eso, la respuesta a la cuestión sobre cómo mejorar la situación pasa por un esfuerzo personal para poner en práctica dichos valores, y como no, por el compromiso de instituciones -como la Universidad- que de verdad se atrevan a ser contraculturales y enseñen, vivan y promuevan un humanismo basado en la dignidad personal, la libertad y el bien común.
En cuanto a las vocaciones, y evitando las frases hechas, creo que el camino pasa por la humildad de aceptar que hoy en lo cuantitativo somos menos, pero buscamos lo mejor en lo cualitativo. Cualquier joven desea encontrar un camino con sentido en su vida, una ruta para ser feliz. Un camino que, como todos, tendrá dificultades y supondrá renuncias, pero que es, ante todo, un camino para descubrir tu lugar en el mundo. Desde ahí se ha de afrontar la crisis vocacional, promoviendo que todos encuentren su vocación y sabiendo que no se trata de cubrir funciones, sino más bien de descubrir quién es cada uno. En este sentido, será muy valioso todo lo que ayude a asumir que es igual de normal, de difícil, de valioso o de importante, ser cura o formar una familia, ser religioso/a o comprometerse como laico en la transformación del mundo, ser misionero en el tercer mundo o un cristiano comprometido en nuestros pueblos y ciudades.
(P): Tradicionalmente, la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) siempre ha sido puntera en formación eclesiástica, ¿en qué aspectos considera que marca la diferencia?
(R): Por una parte, hay que destacar la pluralidad del profesorado, tanto en enfoques como en sensibilidades, algo que en el marco de la formación eclesiástica supone una gran riqueza que ayuda a entender que la comunión se construye al integrar la diferencia. El conocimiento teológico no puede tender nunca a encerrar a Dios en un único sistema, por eso cuanta más amplitud en la mirada, más profundo y rico será el aprendizaje.
Por otro lado, destaca la vocación universitaria de estos estudios; los estudios teológicos de la UPSA dan servicio a los procesos formativos de las congregaciones religiosas y los seminarios vinculados a la Universidad, pero no se configuran como una formación de carácter funcional “para los que van a ser…”, sino que ayudan a una formación académica profunda y abierta, que ayuda “no a ser algo o hacer algo”, sino a pensar y a buscar las razones de nuestra fe.
(P):¿Cuál son sus proyectos para el futuro?
(R): Terminar los estudios de licencia y la tesina en los plazos marcados, y a nivel vocacional, en un futuro no muy lejano, ordenarme sacerdote y servir en mi diócesis de Zamora, procurando que el trabajo de estos años pueda dar fruto para ayudar a la gente a reconocer la presencia de Dios en sus vidas.
(P) ¿Qué le recomendaría a los alumnos que tienen la inquietud de realizar estudios teológicos?
(R): Que superen cualquier cliché al respecto: no es una carrera solo para curas o monjas, ni es una especie de catequesis.
Por otro lado, que no tengan miedo, porque a veces parece que es una carrera muy difícil -por el gran peso del pensamiento y lenguaje filosófico-, pero, donde lo importante es que, si tienen inquietud, se atrevan a dar el paso. Sigue siendo muy necesario que existan cristianos con formación para entender la Escritura, para hablar de Dios a los hombres o para ofrecer una antropología verdaderamente cristiana, que es lo mismo que decir, una antropología que responde a la verdad del ser humano.