Carla Navarro: "La música no cura, pero siempre puede cuidar a las personas que amamos"
‘Latir’ es un proyecto pionero para los hospitales que quieren introducir musicoterapia pediátrica especializada en diferentes unidades de atención sanitaria, como las UCIs neonatales. Este programa de intervención, incluido en el Programa Latidos, es único en Europa y pertenece a Carla Navarro, una musicoterapeuta pediátrica que defendió su tesis doctoral en la UPSA sobre el efecto de la música tanto en el bienestar de los bebés prematuros, nacidos con menos de 1.500 gramos de peso, como en la vinculación materno-filial. Este proyecto también se aplica en cuidados paliativos pediátricos.
Pregunta (P): ¿Qué efecto tiene la musicoterapia en la intervención pediátrica de los hospitales?
Respuesta (R): La musicoterapia es una terapia no farmacológica que utiliza los elementos de la música, los parámetros del sonido y el silencio para ayudar en el proceso de rehabilitación de una persona y para mejorar o mantener las capacidades latentes, a pesar del proceso de enfermedad en el que se encuentra, favoreciendo su bienestar y calidad de vida.
Dentro del ámbito hospitalario, el musicoterapeuta, integrado dentro del equipo asistencial, trabaja con los pacientes pediátricos desde un abordaje multidisciplinar. Nos centramos en aspectos de bienestar fisiológico; de desarrollo neurológico y en el bienestar psicoemocional. Debe realizarse de una manera muy específica para cada caso, ya que no existen “recetas musicales”, sino que la música se genera en vivo, partiendo de los parámetros fisiológicos del paciente y adaptándonos a la situación de cada unidad, ingreso y familia.
(P): Ha desarrollado un programa único en Europa en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza para bebés y niños ingresados en las UCI y en cuidados paliativos. ¿Cómo es su día a día?
(R): El ‘Programa Latidos: musicoterapia en neonatología’ es una gran responsabilidad. Desarrollamos el proyecto gracias a la Asociación Latir y a la confianza del hospital. Acudo tres veces por semana para atender a las familias con hijos ingresados por patologías limitantes de la vida, nacimientos prematuros, enfermedades congénitas o complicaciones derivadas del propio nacimiento. Las sesiones duran 20 minutos –el tiempo máximo de exposición ante el estímulo musical– y los bebés están casi siempre sobre los brazos de sus madres o padres, quienes son los verdaderos protagonistas -a través de sus voces- del proceso de mejora de sus hijos. Ofrecemos un espacio que transforma el ambiente hospitalario en un lugar más cálido y menos hostil. La música crea una envoltura sonora y nos centramos en el ser humano que tenemos delante.
El trabajo en cuidados paliativos lo realizo desde hace más de 10 años gracias a la Fundación Porque Viven, y se centra en la atención domiciliaria. También colaboro con la logopeda, Mayse Romea, en un programa piloto donde trabajamos en la mejora de la disfagia pediátrica desde estas dos disciplinas. Y finalmente, acompaño el proceso de final de vida de los niños. En palabras de las propias familias: transformamos el momento más duro de sus vidas en algo amoroso.
(P): El programa ‘Latir’ es fruto de una investigación científica en la que demuestra el efecto de la música en los bebés prematuros. ¿Qué conclusiones se extraen de esta investigación?
(R): Gracias a la investigación realizada junto con mis directores Luz Mª Fernández y J. David Urchaga hemos puesto en marcha este programa. La investigación tenía diferentes focos de interés: por un lado, el impacto del programa ‘Latidos’ en los bebés prematuros; el efecto en la vinculación materno-filial; y finalmente, la evaluación del programa por parte de las madres participantes a través de su vivencia de maternidad en una UCIN.
Las conclusiones destacan que los bebés prematuros, nacidos con un peso inferior a los 1.500 gramos, mejoraron su estado de bienestar al reducirse de manera significativa su frecuencia cardíaca y respiratoria y aumentar la saturación de oxígeno en sangre. Además, se consiguió que las madres tuvieran un mayor contacto visual y corporal con sus hijos, a través de la voz hablada y cantada, lo que favoreció el desarrollo de conductas vinculares entre las madres y sus bebés. Uno de los aspectos más importantes fue la correlación directa de las respuestas de los bebés prematuros ante las conductas vinculares de sus madres, así como el aumento de las respuestas ante la voz cantada materna.
(P): En alguna ocasión ha comentado que “la música no cura, pero sí cuida”. ¿El efecto es el mismo en los familiares que acompañan a los pequeños?
(R): Sí, eso es así. Ni siquiera la propia medicina lo cura todo. Hace unos días escuché una frase preciosa: no siempre seremos curables, pero siempre seremos cuidables. Y es ahí donde pongo el foco de atención tanto en los niños como en sus familias. Porque si hay algo que debemos tener claro es el hecho de que un niño enfermo significa una familia enferma. Y es una familia a la que cuidar, cada uno desde su disciplina: medicina, enfermería, musicoterapia, psicología, fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia.
La música no cura, pero siempre puede cuidar a las personas que amamos.
(P): ¿Qué consejo daría a los futuros maestros de Educación Musical y musicoterapeutas?
(R): “Primum non nocere”, lo primero es no hacer daño. De ahí la importancia que tiene la formación, ya sea la pedagógica (para los maestros de Educación Musical) o la terapéutica (para los musicoterapeutas).
Les diría que no dejen nunca de ser conscientes de la responsabilidad que supone acompañar a otro ser humano en su proceso de desarrollo. Y, sobre todo, de dar lo mejor de sí mismos en cada momento. Las personas que tenemos enfrente no merecen menos.